El Espanyol iba en caída libre hacia un final de temporada bastante decepcionante, sin cumplir ni de lejos con las expectativas creadas hace un par de temporadas con la llegada de un magnate chino y la incorporación de varios jugadores que tenían que representar un salto cualitativo de la primera plantilla hacia objetivos más ambiciosos; léase, cercanos a plazas europeas.
Este invierno un amago del técnico Quique Sánchez Flores de saltar del barco en enero rumbo a la Premier, que ya conocía, causó alarma y sorpresa. Desde ese susto y a excepción de algún que otro buen resultado, el equipo deambulaba sin ritmo, apático, por la Liga, sin un patrón claro de juego en encuentros muy grises. Aburridos. Pero, a falta de pocos partidos, se decidió el cese del técnico y también del director deportivo en un giro inesperado y cuando todo el mundo creía que se llegaría así hasta el verano. Cambio en el banquillo y cambio también en el equipo. En tres partidos ha conseguido siete de nueve puntos posibles.
En el estadio del Atlético de Madrid, este pasado fin de semana dio toda una lección de buen fútbol, con apenas ningún patadón, con Darder en el centro del campo repartiendo juego, Melendo entre líneas y Baptistao y Gerard Moreno generando mucho peligro con abundancia de llegadas al área atlética. Cero a dos resultado final y resultado justo. El Espanyol fue netamente superior a los colchoneros que jugaron a la contra, agrupados en su propio campo y sin apenas pegada. Y eso que sobre el campo tenían a jugadores como Fernando Torres o Gameiro y en la parte medular a Koke o Thomas. Nombres y nivel como para haber ofrecido y propuesto algo más. El Atlético dio una de sus peores versiones, probablemente pensando más en la final de Europa League frente al Marsella que en estos últimos partidos de liga donde se juega la segunda o tercera plaza con su eterno rival, el Real Madrid.

Oblak vio como los ‘periquitos’ perforaron su puerta en dos ocasiones, rompiendo su imbatibilidad en casa que se remontaba a mediados de enero. En el primero, el balón entra con la inestimable e imprescindible colaboración del central Savic, que desvía un disparo de Melendo a la red. El segundo es un recorte rápido de Baptistao que controla con la izquierda para engancharla con la derecha en un disparo seco, raso, difícil para el meta esloveno, que en cualquier caso en la primera mitad había realizado una gran estirada a tiro de Gerard, que envió al poste en una fantástica y muy exigente intervención.
Mal día para unos y bueno o muy bueno para otros, que pueden acabar la temporada con más esperanza y optimismo del que hace apenas tres semanas se podía presagiar. El equipo tiene más fútbol del que ha demostrado. O eso es lo que se está viendo en estos últimos encuentros.
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