Y no es poca cosa, lo enunciado en el titular, con grandes cancerberos
germanos a lo largo de la historia y de excepcionales trayectorias como Kahn,
Neuer o Schumacher solo por citar algunos de ellos (la escuela germana de
porteros es una de las más prolíficas y de mayor nivel del mundo). Así, estar
considersdo como el número uno de un país que ha dado muchos nombres y
destacados guardametas evidencia que muy probablemente también se trate de uno de los mejores de todos los tiempos. Consta, bajo palos, en el once ideal
histórico de Alemania. Su figura, sin duda, como portero es una de las más
reconocibles por los aficionados al fútbol y ejemplo de algunas de las más
destacadas cualidades asociadas a esa posición sobre el campo.
Nacido en febrero de 1944 en la localidad bávara de Metten con el nombre de
Josef-Dieter Maier (aunque siempre se le ha conocido como «Sepp
Maier»), sus primeros pasos como guardameta los dio a la temprana edad de
ocho años en el TSV Haar, para fichar a los 16 por el Bayern de Múnich y con el
que debutaría a mediados de los años sesenta. Jugador de un único club, el
propio protagonista aseguraba en la web del Bayern, con cierto humor, que los
«bávaros son de fuertes raíces, difíciles transplantar». Él
permaneció fiel a su club hasta su retirada a finales de los setenta, cuando
tenía 35 años y tras sufrir un serio accidente de tráfico. Durante su carrera,
exitosa, alcanzó grandes logros y triunfos, tanto individuales como colectivos.

Así, formó parte de aquel mítico Bayern, con Beckenbauer y Rummenigge, que
ganó tres Copas de Europa consecutivas entre los años 74 y 76, a las que sumar
en el caso de Sepp Maier 5 Bundesligas, 4 Copas de Alemania, una
Intercontinental y una Supercopa. A nivel indivual, fue considerado como mejor
jugador germano las campañas de 1975, 77 y 78; año, éste último, que según
leemos también recibió la Medalla al Servicio Nacional. Con su club disputó 476
partidos de liga, 422 de ellos de forma consecutiva: récord que hoy sigue
imbatido.
Con la selección participó en cuatro mundiales, entre los años 1966 y 1978, siendo titular en tres de ellos (los tres últimos). De hecho, fue el número uno del combinado nacional durante más de una década, durante la cuál ganó un Mundial (1974) y una Eurocopa (1972). Llegó prácticamente al centenar de internacionalidades, datos al alcance de muy pocos. Tras su retirada, siguió vinculado al club y a la selección, sobre todo como preparador de porteros, hasta su jubilación en 2008.
En el capítulo de las anécdota,s queda haber sido el cancerbero que encajó el penalti del checo Antonin Panenka en la tanda de la final de la Eurocopa de 1976, con ese estilo tan particular, en semivaselina y que se ha imitado desde entonces. Aquel torneo, por cierto, se lo llevó Checoslovaquia. Y también, ser uno de los porteros que se apuntó a la ‘moda’, hasta entonces no tan extendida, de usar guantes. De su aspecto, sobrio y aparentemente serio, descubrimos en la web del Bayern y de palabras del propio protagonista que es de talante «bromista» y de tomarse la vida con «optimismo, alegría y sentido del humor». No demasiado conocido, pero también se le llamaba por el apodo del «gato de Anzing», por su agilidad felina.
A nivel histórico y en relación al siglo XX, se encuentra entre los cinco mejores, solo por detrás del ruso Yashin (también en esta sección), el inglés Banks (en esta sección) y el italiano Zoff (ídem) y por delante del español Zamora (ídem).
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