Desastre, garrafal… Son dos palabras que estos días hemos podido leer o escuchar para referirse a la actuación del guardameta del Liverpool en la pasada final de la Champions. Incluso un comentarista, ex-futbolista y ex-entrenador de primer nivel, apuntó que dichos errores podrían condicionar de forma bastante o muy negativa la carrera del portero desde ese momento en adelante. El escenario y la envergadura y trascendencia de los errores hacen pensar que así podría ser pero también es cierto que se trata de un portero muy joven, de 24 años, con todavía mucho tiempo por delante y margen de corrección y mejora.
El meta alemán del Liverpool, Loris Karius, protagonizó posiblemente la peor actuación de un portero en una final de Champions de las dos últimas décadas. Regaló dos de los tres goles que marcó el Real Madrid. El primero en un pase lateral con la mano que Benzema intuye, alarga el pie, intercepta y desvía directamente a las mallas, en lo que suponía el primer gol de los blancos. Y en el tercero, en un disparo potente desde muy lejos, desde más de treinta metros, del galés Gareth Bale que Karius no acierta a blocar o despejar y que se le escurre entre las manos por el centro del marco. Ese tercer gol, como no había pasado con el primero, sentenció la final. De hecho, podría decirse que la diosa fortuna, o en su defecto sus compañeros, le dieron una segunda oportunidad tras el primer error garrafal. El senegalés Mané consiguió el empate a uno apenas cinco minutos más tarde de recibir el gol de Benzema. Entre el primero y el tercero, también Bale marcó el segundo con una chilena espectacular, casi desde la frontal del área, muy acrobática, que consiguió dirigir con fuerza y colocación a la portería de los reds. Ahí poco pudo hacer el guardameta, más allá de admirar desde primera fila la obra de arte realizada por el atacante blanco.

Triste estampa la de Karius al término del partido, abatido, escondiendo la cara y la mirada bajo la camiseta y pidiendo disculpas a la afición por su mala actuación. Desgraciadamente su participación fue decisiva pero también lo fue la lesión del egipcio Salah a la media hora de juego. Hasta ese momento el Liverpool había dominado, achuchado y controlado el partido. El Real Madrid apenas había pisado el área rival. Una lesión en el hombro en una jugada con Sergio Ramos lo dejó fuera de la final y su sustituto quedó muy lejos del rendimiento de Salah. Desde ese instante y hasta el final solo un milagro podría haber hecho que la Champions no viajara hasta Madrid. El milagro no solo no se produjo sino que Karius se la ‘regaló’ a los de Zidane, que esta edición han dejado fuera del torneo a PSG, Juventus, Bayern de Múnich y Liverpool. Se llevan la 13a Copa de Europa, para un club que es el gran dominador de esta competición.
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