La Roma aplasta al Barça

Y el milagro se produjo. Así lo había descrito el técnico de la Roma, Di Francesco, antes del inicio del encuentro. Necesitaban «un milagro» para pasar a cuartos de final después de la derrota abultada e inmerecida en el partido de ida frente al Barça en el Camp Nou por 4 a 1. En la vuelta, en el Estadio Olímpico de la ‘Ciudad Eterna’ solo existió un equipo. Los culés apenas fueron reconocibles durante el primer cuarto de hora. Messi tuvo un par de faltas en las inmediaciones del área del gran guardameta brasileño Alisson pero no atinó entre los tres palos. Ya por entonces el marcador era de 1 a 0, con gol de Dzeko tras dejar atrás a Umtiti en su lucha cuerpo a cuerpo y con un remate poco ortodoxo pero cercano a un Ter Stegen algo despistado y que no supo plantear correctamente la jugada. Atosigado por dos defensores le dejó acercarse demasiado a la portería cuando probablemente lo más adecuado hubiera sido -aunque menos prudente- salir un poco para reducir ángulo y dificultar la jugada del ariete bosnio.

El primer tiempo así como el conjunto del partido solo tuvo un color: el rojo oscuro de la zamarra romanista. Con una presión muy alta, fuertes, poderosos, plantearon el partido a tumba abierta sin especular, balones largos buscando el pecho o cabeza de Dzeko que se batió el cobre con éxito con los dos centrales barcelonistas. En muchos de los embites salió victorioso, domando el cuero, bajándolo al césped y dando opciones de combinación, desdoblamientos y paredes a sus compañeros que se desplegaban en tromba.

Apenas el Barça dio pequeños síntomes de recuperación. Probablemente mal planteado tácticamente, desde el baquillo azulgrana no se varió el dibujo táctico y tampoco sus componentes. Fueron una sombra de sí mismos y el fútbol hizo justicia. En el segundo tiempo y antes del minuto 60, Dzeko dejó correr dentro del área un balón que Piqué no pudo interceptar, se hizo hueco suficiente ante un defensa que en este tipo de jugadas -muy físicas- sufre mucho. Lo agarró por la camiseta casi a la altura del área pequeña y lo acabó derribando cuando el atacante ya estaba armando la pierna. Falta clara, tarjeta amarilla y penalti. La Roma conseguía el segundo de un disparo certero de De Rossi, que Ter Stegen adivinaba e incluso llegaba a rozar pero no conseguía desviar lejos de las mallas de su portería.

Todavía con treinta minutos por delante, la situación era límite. En el 83, en un córner muy bien picado al primer palo, el central griego Manolas desvía con sutileza el balón y éste dibuja una parábola perfecta e inapelable que encuentra la red del segundo, lejos del alcance del meta germano. Tres a cero. Apenas 10 minutos de juego por delante y el milagro se habia producido. Valverde sacó al campo a Dembelé y Alcácer y puso como delantero centro a Piqué, con defensa de tres. Demasiado tarde y también demasiado injusto de haberse logrado. Ayer el fútbol se impuso, ganó el mejor. La Roma anuló completamente al Barça y se acerca a la penúltima ronda del torneo. Para el Barça queda el consuelo de la más que probable victoria en Liga y también una final de Copa del Rey, que certificarían una temporada buena aunque no gloriosa.

Por cierto, durante el encuentro y pese a los tres goles encajados y su dubitativa actuación en el primer tranto, Ter Stegen salvó a los culés de una hecatombe hasta donde pudo, hasta pasado el minuto 80. Sacó un remate de cabeza en el primer tiempo de Dzeko con la manopla, desviando por encima del larguero a córner. Y en el segundo tiempo, bloquea un remate a quemarropa con una mano salvadora. Ni con esas el Barça consiguió el pase. Es momento de reflexionar y aprender de los errores. Sin dramatizar. La Champions es el torneo de los mejores y no siempre se puede ganar.

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