Parece increíble lo vivido en la ida de los cuartos de final de la Europa League en Old Trafford entre el Manchester United y el Sevilla. Para aquellos espectadores que se perdieran los últimos veinte minutos, el resultado final será inexplicable. Pero sí, cierto, los hispalenses sacaron un milagroso empate después de ir perdiendo durante buena parte del encuentro y ser, a su vez -y justamente-, netamente dominados por los red devils. Un partido, a priori, muy controlado por el cuadro local que se desmadró en la parte final, para alegría del equipo español.
De Gea, guardameta del Manchester, entre todo ello, dejó dos paradas antológicas. Una ya hacia el final de la primera parte, a remate a bocajarro del defensa sevillista Nianzou a la salida de un córner. Consiguió sacársela de encima, aunque dejándola en juego, cayendo con nieve dentro del área pequeña y a escasos dos palmos de la línea de gol. Varane acabó por desbaratar el peligro de un tanto que habría supuesto recortar distancias y ponerse 2 a 1 justo pocos segundos antes de ir al descanso. Y también, ahora ya sí, más ajustado el resultado, y nuevamente a remate de cabeza, pero esta vez de En-Nessyri, que rechazó en una buena estirada a su costado derecho, enviando fuera, al lado del palo.
Bono, por su parte, también dejó un par de intervenciones muy meritorias, que mantuvieron al equipo dentro del encuentro. También los palos se aliaron con los visitantes para evitar un posible 3 a 0, que habría puesto las cosas muy complicadas a los de Mendilibar. En descargo de los jugadores, hay que decir que el partido del Sevilla empezó con un mal planteamiento y errores individuales de bulto. A pesar de ello, el técnico vasco supo subsanarlo durante el desarrollo del partido dando entrada al incombustible Navas, bajando al eje de la zaga a Gudelj, poniendo a Suso de enganche y situando como artillero, en ataque, al marroquí En-Nessyri. Con todo, habían pasado casi 70 minutos y lo mejor para el cuadro local era el resultado: un 2 a 0 que con un gol los volvía a meter en la eliminatoria.

Por su parte, el técnico neerlandés del United, Ten Haag, leyó el partido al revés que Mendilibar. Agotó los cinco cambios antes de tiempo y sacó del césped a sus mejores jugadores para reservarlos para la liga, interpretando que el partido estaba ganado. Un rebote en Maciala a centro desde línea de fondo, casi dentro del área pequeña, de Navas -que siguió un balón que parecía no ir a ninguna parte- se envenenó, dirigiéndose con violencia a puerta, donde acabó tras tocar en las rodillas de De Gea, que nada pudo hacer. Desde ese momeno y fruto de los cambios y de la buena lectura de Mendilíbar, sumado a la lesión del argentino Lisandro, que dejó a su equipo con diez ya que no había más cambios, dio alas al Sevilla para ir a por el empate.
Los visitantes se sentían con fuerzas y casi renacidos, después de un partido donde habían sido inferiores en muchas fases del encuentro. Nuevamente otro rebote, éste todavía más rocambolesco que el primero, acabó por besar también las mallas. En este caso, los protagonistas fueron el delantero En-Nesyri y el central del United McGuire, que cambió completamente la trayectoria de un balón que iba muy desviado y que se acabó por introducir en la portería local.
Doble carambola de cabezazos que obró un milagroso empate, que explica la magia, la fortuna y la épìca de este deporte, pero del que Mendilibar debería sacar valiosas lecturas paa evitar que la vuelta sea más complicada de lo que ya de por sí parece que va a ser. El Manchester dio muestras de su gran calidad pero también de su gran fragilidad mental. Los españoles, también con una buena plantilla, siguen vivos y con opciones de continuar en una competición con la que mantienen desde hace tiempo un particular idilio que, por lo visto ayer, va más allá de la razón.
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