Andoni Zubizarreta -esa es la impresión que da- siempre ha sido una persona de elegantes formas. Sobrio (para algunos, demasiado). Nunca se le ha oído una palabra gruesa o más alta que otra. Muy respetuoso con todo el mundo, incluso cuando no todo el mundo desde fuera parecía serlo con el exguardameta español y director deportivo de Barça y Athletic de Bilbao. De hecho, como es costumbre en el ‘planeta fútbol’ y, en especial, cuando se llegan a las máximas cotas y a los clubes más grandes, la polémica, las dudas, siempre han estado merodeando a su alrededor (probablemente lo mismo que a muchos otros destacados profesionales sometidos al máximo escrutinio y exigencia).
Sea como fuere, este mes de mayo se ha sabido de la ruptura de la relación contractual entre el Marsella y el ex-internacional vasco. Y eso que el club francés iba segundo en la tabla y clasificado, antes del parón por la pandemia (y que no se retomará -la Ligue 1, como la holandesa o belga han dado la temporada por concluída-) para la próxima Champions League. Éxito, por lo tanto, asumiendo que el Paris Saint-Germain juega a otra cosa y está varios peldaños por encima del resto (fruto de una plantilla hecha de superestrellas solo al alcance de los ‘grandes transatlánticos’ de este deporte). Le quedaba un año de contrato pero, por lo publicado en varios medios, ya desde octubre parece que el máximo accionista, Franck McCourt, lo tenía sentenciado. En redes sociales, Zubizarreta daba por acabada su relación profesional pero no como aficionado. Se declaraba «seguidor» del OM.
Según el diario L’Équipe, errores en los fichajes y un exceso de paciencia (apara algunos, laxitud) en el seguimiento de jugadores que después recalaron en otros clubes podrían ser parte, razones, por las que se ha acabado por decidir el final de la relación entre ambos. En cualquier caso, también se le atribuyen méritos (en un artículo de El Periódico de mayo de 2018 se hablaba de un Zubizarreta que estaba triunfando en Francia). Uno de dichos aciertos, sin duda, podría ser la incorporación del técnico luso, de paso irregular por la Premiere, André Villas-Boas. Esta etapa -llegó en 2016 a Marsella- ha sido de cuatro años: un periodo que dados los ritmos actuales y los niveles de exigencia tampoco sería justo considerar como un fracaso. ¿Dónde seguirá la carrera de este profesional del fútbol siempre cerca de la cúspide? //
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